“Me siento una persona importante, que puedo dar mensajes sobre la discapacidad intelectual”, asegura Andrea.

Foto de Andrea
Andrea da testimonio de que una persona con síndrome de Down puede tener una vida independiente.

Tengo 25 años. Desde que nací mi familia siempre me ha apoyado y ha buscado lo mejor para mí. 

Desde que empecé la escuela siempre ha sido en inclusión. He estado en muchas actividades como terapia física, cognitiva, de lenguaje, y cuando empecé a caminar hice mucho deporte, aprendí a nadar, hice gimnasia, jugué futbol, baloncesto y tenis.

Siempre he estado en escuelas y actividades de inclusión, y también en grupos de actividades de personas con discapacidad intelectual. Hice primaria, secundaria, preparatoria y la Universidad con un programa especial de educación para la vida. Claro, todo con currículum adaptado a lo que yo podía aprender y hacer. Lo importante en la Universidad es que empecé con actividades laborales en diferentes departamentos, donde he aprendido lo importante que es el trabajo como la puntualidad, como debo de vestirme, respetar a mis jefes y trabajar bien. 

He podido trabajar en diferentes lugares y lo que más me gusta es trabajar en oficina. Diferentes organizaciones me han ayudado a tener trabajo, entre ellas Best Buddies. Y gracias a un foro de familia, de Best Buddies y Olimpiadas Especiales de hace 2 años, conocí a Pilar Bazán y Fernanda Martínez, de Olimpiadas Especiales. Platicando con ellas me invitaron a participar en Olimpiadas Especiales, como atleta líder.

Paola Martinelli me ha ayudado y apoyado en el programa de Atletas Líderes y para mí ha sido muy importante porque me gusta mucho hablar en público y con el programa he tenido oportunidad de hacerlo. Además, también me han dado la oportunidad de ser voluntaria en las oficinas nacionales, todos los directores me tratan muy bien y les ayudo a hacer algunos trabajos que me piden. 

Participé en un seminario de Líderes de Olimpiadas Especiales Latinoamérica, en donde aprendí muchas cosas, como liderazgo,  me ha gustado mucho todo esto e hice el cineminuto.  Y al ver a mis compañeros atletas competir y ganar medallas, empecé a hacer ejercicio otra vez. Estoy haciendo crossfit, bailo belly dance en una academia y estoy iniciando gimnasia rítmica y me gustaría practicar atletismo. Lo que más quiero ahora es llegar a competir y ganar medallas.

Esto para mí ha sido muy importante en mi vida porque gracias al programa de Olimpiadas Especiales México me siento una persona importante, que puedo dar mensajes sobre la discapacidad intelectual. Me enseña muchas cosas al poder participar con ellos, al participar en diferentes eventos donde convivo con muchas personas con y sin discapacidad intelectual, me ha motivado a hacer deporte y he podido conocer a muchos compañeros atletas.  Ha sido una gran oportunidad para mi desarrollo y para mi vida.

Esto lo veo siempre en Olimpiadas Especiales, nos tratan muy bien a todos los atletas y nos dan la oportunidad de pertenecer a un grupo tan importante y no solo estar en casa. Que todos se den cuenta que nosotros también tenemos ganas de hacer cosas y podemos hacerlas: ir a la escuela, trabajar, hacer deporte, competir, convivir con mucha gente y comportarnos muy bien.

Historias de éxito de organizaciones de la sociedad civil, en el siguiente enlace. Envía tus historias de éxito a alejandra.gonzalez@cemefi.org para que sean publicadas en este espacio y en las redes sociales de Cemefi.

“Con mi sueldo de maestra, yo no podría pagar mis medicamentos”. Después de su trasplante, Isabel necesitaba medicamentos costosos, de por vida, para que su cuerpo no rechazara el nuevo órgano. Conoce el apoyo que ha recibido de la Fundación para la Salud Hepática.

Pacientes trasplantados requieren de costosos medicamentos para que su cuerpo no rechace el nuevo órgano.

Mi nombre es Isabel Sánchez, tengo 75 años, soy de la Ciudad de México. A los 28 años me hicieron una cirugía, me hicieron histerectomía, o sea, me quitaron la matriz.

Y pues lógico, verdad, como tenía problemas yo en esa etapa, antes de la cirugía el médico dijo “Bueno, vamos a hacer una transfusión”.

Bueno, se realizó la transfusión, tranquilo, lo que sea. Y en esa transfusión, ¡sorpresa! Yo no sabía que llevaba ahí un virus horroroso que me contagió, me contagió la hepatitis C.

Y bueno pues, pues bueno, pasó mi cirugía, pasaron los años, pasó todo y yo nunca me di cuenta de que tuviera un problema tan serio de salud.

En algún momento que me hacen un estudio me dicen: “aquí hay algo, hay algo en su hígado, estamos encontrando un hepatocarcinoma”.

Es cuando el doctor Ignacio García Juárez, de Nutrición, dice: “vamos a hacer un trasplante”. “Señora, va a quedar usted en lista de espera para trasplante”.

Yo estoy desde el mes siguiente de mi trasplante fue el… 19 de diciembre. En enero, yo fui a Funhepa (en Avenida Revolución) y empecé a tomar Prograf, que era el medicamento que el doctor Ignacio García me dijo: “este es el medicamento que usted debe tomar y lo va a tomar de por vida”.

Pues sí, de por vida lo seguimos tomando… ya muchos años. Mucho agradecimiento a Fundhepa porque verdaderamente si no hubiera sido por Fundhepa que me ha dado la oportunidad de conseguir el medicamento a un precio accesible, bueno; no sé lo que hubiera hecho.

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Foto de Isabel Sánchez
Isabel Sánchez recibió apoyo de Fundhepa para pagar sus medicamentos.

¡Vamos a demostrar que las organizaciones de la sociedad civil (OSC) cambiamos el mundo todos los días!

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