Conoce la historia de éxito de La Gaviota, el testimonio de Karen Hernández Flores.

Soy la mamá de Alejandro Perrusquía Hernández, exalumno de La Gaviota. La educación de los hijos siempre es una pieza fundamental para el desarrollo. Las herramientas que obtienen en sus primeros años de escolarización son indispensables para ser autosuficientes en un futuro.

Mi hijo desde pequeño asistió a guardería y como era un lugar de cuidado no de enseñanza, no me preocupó que no pudiera comunicarse. Conforme fue creciendo observé que su desarrollo no era acorde a lo que yo veía en otros niños, principalmente en el lenguaje, por lo que después de recorrer varios especialistas y de que me canalizaran a distintas instancias, lograron darme un diagnóstico: autismo.

La información que me iban dando no era del todo clara, lo que sí entendía era que no iba a poder entrar a una escuela de niños sin esta condición. Las opciones que me comentaban conocidos o especialistas no me gustaban; me ofrecían escuelas especiales que no le darían a mi niño lo que necesitaba.  Ellos no conocían a mi hijo y yo lo veía con mucho potencial; un diagnóstico no hace a la persona, sino sus ganas, su motivación….

Me di cuenta que no era una tarea fácil encontrar un lugar adecuado para Ale, donde además de ofrecerme la seguridad de su cuidado físico y emocional, le dieran una educación acorde a sus necesidades; esto hizo que me pusiera a investigar por internet. Por este medio conocí a La Gaviota, una escuela inclusiva que ofrecía trabajar con niños con y sin discapacidad y por supuesto, con la condición de autismo.

Ahí, no solo iba a recibir educación, también me ofrecían un amplio programa terapéutico, que fue lo que más me llamó la atención por la falta de lenguaje de mi hijo. Me dio mucha tranquilidad encontrar una escuela que ofrecía el kinder y la terapia en el mismo espacio, sin tener que buscar por la tarde otra alternativa, a la que se me iba a complicar asistir por ser madre trabajadora.

Pedí informes y opté por inscribirlo. Al principio tenía un poco de pendiente ya que debido a su condición, su lenguaje era muy escaso; y yo como madre me preocupaba que no pudiera comunicarse de manera adecuada. La Gaviota fue y seguirá siendo una excelente Institución que hizo un gran cambio en Alejandro y en mi, aprendí a conocerlo mejor, a guiarlo, a estimularlo y fortalecerlo. No solo trabajaron con mi hijo, también lo hicieron conmigo, me dieron herramientas para vivir este proceso educativo y así poder ir acompañándolo en las etapas que vendrán.

Su desempeño fue mejorando conforme iba tomando terapia y clases, un plus que marca la diferencia con otros lugares. Se integró muy bien a su grupo e hizo amigos, el profesor le adecuó el programa a sus necesidades, lo que hizo que fuera consolidando aprendizajes y aprovechando lo que académicamente se le ofrecía.

Le brindaban terapias semanales de manera individual y las retroalimentaciones que recibía de los temas vistos, me ponían al tanto para que yo pudiera apoyar el programa en casa. Poco a poco fuimos viendo cambios en Alejandro, tanto su abuela como yo, su ecolalia fue disminuyendo y se comenzó a comunicar con mayor facilidad. Quiero mencionar que mi mamá también ha sido un gran apoyo, porque sin ella el proceso de Ale hubiese sido más lento.

Hoy en día asiste a primero de primaria en una escuela regular, el Instituto Alfa, que me recomendaron en la Gaviota y que me ofrece seguir en un proceso de inclusión social y escolar; y aunque al principio le costó trabajo adaptarse, hoy en día está contento y tiene las herramientas necesarias para seguir un desarrollo adecuado.

Si no hubiéramos llegado a esta Institución, mi hijo seguramente seguiría en una escuela de educación especial sin los grandes avances que se observan en todas las áreas y sin las oportunidades de crecimiento y desarrollo que esperamos pueda alcanzar.

Continuará acudiendo a terapia de manera externa, sabiendo que ese proceso es progresivo. La constancia y la educación brindada en casa ayudan a que los niños sean mejores cada día.

Como madre, lo que le puedo dejar a mi hijo es educación, herramientas para desenvolverse en cualquier ambiente, haciendo y aprendiendo lo que le guste, para que sea un gran ser humano, pleno y feliz. Estas bases se las dieron en el preescolar, en La Gaviota, etapa fundamental en su vida. ¡Gracias!

Foto de Ale, cuando se graduó de La Gaviota
El niño Ale se graduó de La Gaviota y ahora acude a una escuela primaria regular.

Historias de éxito de organizaciones de la sociedad civil, lee más en el siguiente enlace. Envía tus historias de éxito a alejandra.gonzalez@cemefi.org para que sean publicadas en este espacio y en las redes sociales de Cemefi.

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